Historia de la Iglesia Penitencial de Jesús
La iglesia dedicada canónicamente a Ntro. Padre Jesús Nazareno está situada en la calle de Jesús, junto a la plaza mayor. En ella tienen lugar todos los actos y cultos que celebra ésta cofradía.
Con forma de cruz latina, consta de una sola nave rematado el crucero en una cúpula sobre pechinas.
La fachada es de ladrillo prensa, el mismo utilizado en la construcción del Ayuntamiento. Consta de cuerpo central y dos laterales rematados con sendas espadañas donde se alojan las campanas.
A continuación detallamos brevemente cómo se construyó y cómo ha ido transformándose hasta ser como es a día de hoy.
- Adquisición de los terrenos
La Cofradía se fundó en el año 1596 en el antiguo convento de San Agustín, cuya iglesia es hoy el archivo municipal. En esta sede residió durante los primeros 75 años de su historia, en relaciones por lo general, bastante poco amistosas con los religiosos.
Se sabe que era deseo de la Cofradía adquirir terrenos para construirse una iglesia propia, pero la precariedad económica y la dificultad de encontrar unos solares en el centro de la ciudad, hicieron la gestión muy difícil.
En el año 1627, Andrés de Cabezón, vecino y regidor de Valladolid, ofreció unos solares que poseía en la zona de la Rinconada junto a otros que tenía la cofradía para que ésta pudiese edificar en ellos su templo, obra a la que ayudaría económicamente a cambio de ser nombrado patrono. Otros personajes más o menos ligados a la hermandad cedieron terrenos colindantes a los de Cabezón.
No es, sin embargo, hasta noviembre de 1663, en que se lleva a cabo la limpieza del solar y se levantan algunas tapias previas a la obra. El por entonces alcalde de la cofradía, Francisco Herrero, expuso su deseo de que las obras de la iglesia comenzasen a la mayor brevedad posible, puesto que las otras cuatro penitenciales de la ciudad tenían templo propio donde celebrar sus misas y de donde salían sus procesiones.
- Construcción de la iglesia
No se conoce la fecha exacta del comienzo de las obras, pero sabemos que en septiembre de 1665 se habían hecho gran parte de los cimientos.
A partir de este momento, el procedimiento habitual para sufragar los gastos de la construcción de la iglesia fue la de reservar el cargo de alcalde a cambio de un donativo generoso, aunque se conocen también casos en que, siendo nombrado alcalde un hermano, éste rechazaba el puesto, compensando a la cofradía con el correspondiente cargo económico para la realización de las obras. Debido a estas reservas, podemos seguir en cierto modo el transcurrir de las obras, puesto que en los libros de actas se especificaba la cantidad y el fin concreto para el que se aplicaba el donativo.
En el año 1673 debieron aparecer dificultades económicas, puesto que el cofrade Francisco García ofreció hacer una ermita si se le entregaban 1500 reales, aprovechando la portada y alguno de los muros laterales ya construidos, puesto que entendía que no iba a poder concluirse la obra en su totalidad. Pero el Obispado ordenó que se construyese la iglesia como estaba dispuesto en anteriores cabildos. Esto nos da la idea del deseo que se tenía en el seno de la cofradía de independizarse de los agustinos y de la impaciencia que surgía por la lentitud con que, en algunos periodos de tiempo, se desarrollaban las obras.
El 5 de enero de 1675, Vicente de Salcedo dio 700 reales para ayudar a cubrir la iglesia, por tanto suponemos que por esas fechas ya se estaban comenzando las obras en la cubierta del templo.
El 3 de abril de 1676, Viernes Santo, salió la procesión de la cofradía desde el convento de San Agustín y regresó a la iglesia de Jesús Nazareno, quedando en ella todos sus pasos y enseres, siendo alcaldes de la misma Claudio Pita de Andrade Montenegro y Andrés de Medina.
- Reformas posteriores
En noviembre de 1686 la cofradía vuelve a embarcarse en una obra de importante envergadura, ya que encargó al maestro José Gómez la construcción de la sacristía, quien la terminó a finales del año siguiente.
El 1 de junio de 1691 se manifestó en un cabildo que las bóvedas corrían riesgo de derrumbe, por lo cual era preciso proseguir la obra y buscar los fondos para ello. Esto nos puede dar la idea de que a pesar de estar inaugurada, aún no había sido terminada por completo. En junio de 1693 se concluyó la primera parte de la obra. El 27 de junio del año siguiente se acordó reanudar las obras hasta su conclusión definitiva, para lo cual habría de trasladarse la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno hasta la iglesia de Santiago, lo que se realizó el 30 de junio de este año 1694, quedando la penitencial de Jesús cerrada al culto.
El 23 de noviembre de 1695 se celebró un cabildo para tratar sobre la construcción de la sacristía y casa del capellán, adjudicándole el encargo a Pablo Mínguez. Por tanto, suponemos que la anterior realizada por José Gómez era provisional. Esta nueva sacristía es la que conservamos aún hoy.
El 2 de marzo de 1696, Bernardo Jiménez presentó un estudio detallado sobre las obras que aún quedaban por realizarse para la conclusión de la iglesia, que eran “la parte superior y cerramiento, consistente en la cornisa, cañones y bóvedas, además de otras menos importantes, como revoco de fachada y dos nichos o huecos en los muros laterales para colocar las imágenes de la Soledad y del Cristo del Despojo”. En junio del año siguiente la imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno vuelve a su iglesia, terminadas ya todas las obras.
Avanzado el siglo XVIII se realizó una nueva obra en la iglesia: el camarín. El mismo Bernardo Jiménez había indicado la necesidad de la realización de esta obra, pero fue finalmente Pablo Mínguez el que la llevó a efecto. Sin embargo, la relación entre éste y la cofradía fue poco amistosa, entrando en pleitos por problemas de pagos y de incumplimientos de plazos respectivamente. Así, la cofradía prescindió de los servicios de Mínguez para las mejoras de la obra del camarín y se las encargó al maestro Manuel Marcos.
Posteriormente se construyeron dos casas adyacentes a la iglesia; una, en el lado de la epístola, para el capellán, concluida a finales de 1721; la segunda, junto a la sacristía, construida por José Fernández entre 1734 y 1735, y que se componía de una habitación para el sacristán y un entresuelo para la sala de cabildos, pintada por Ignacio de Prado.
Así, y con pequeñas obras de retejado, llegamos al año 1800, cuando el incendio del retablo del Cristo del Despojo, situado en el lado de la epístola, obligó a cerrar la iglesia al culto y realizar algunas obras de reparación de los daños causados por el fuego. Las obras comenzaron en junio de dicho año y terminaron en noviembre, abriéndose de nuevo al culto el día 16 del citado mes.
Las obras consistieron en la sustitución del retablo incendiado por uno nuevo, blanqueo del crucero y la decoración de las pechinas a cargo del pintor Leonardo Araujo, quién pintó en ellas cuatro ángeles con los atributos de la pasión, pinturas que se conservan intactas hoy en día.
En estos años, y a medida que se adentraba el siglo XIX, las cofradías se iban empobreciendo, no pudiendo sufragar más gastos que los imprescindibles para la conservación de sus templos.
En estas condiciones, en el año 1858 se decide entarimar el suelo de la iglesia, gracias a las ayudas económicas de las comisarías pertenecientes a los titulares de la cofradía. Para dicha reforma, la imagen de Jesús Nazareno volvió a trasladarse a la parroquia de Santiago, esta vez junto a la Virgen de la Soledad.
En 1876 el arquitecto municipal denuncia el mal estado del cuerpo voladizo de la calle del peso, y el depositario de la cofradía, Gabino Rojo Estalayo manifestó la incapacidad económica de la cofradía para llevar a efecto la reparación, por lo cual el Ayuntamiento traspasó la responsabilidad al párroco de Santiago. Por este motivo, durante los años siguientes, aparece dicho párroco representando a la cofradía en los temas económicos.
- La reforma de 1885
Es en este año cuando la iglesia sufre su más profunda modificación, a consecuencia de las reformas urbanísticas que se produjeron en el entorno de la Plaza Mayor de Valladolid, y que apuntamos brevemente al inicio de este texto.
En diciembre de 1880, el arquitecto municipal D. Joaquín Ruiz Sierra presentó un proyecto de reforma de las alineaciones de las calles de Sandoval, Cebadería, Manzana, Jesús y plaza de la Rinconada, y la apertura de una nueva calle que uniese la de Sandoval y la Rinconada, a propósito de la construcción del mercado del Val. Como consecuencia, la iglesia de Jesús se pretendía expropiar en su totalidad, y fue tasada en 108.000 pesetas, apuntándose que estaba al borde del derrumbe. Pero la reforma no se llevó a cabo en su totalidad, ya que fue modificada por el arquitecto municipal D. J. Benedicto, que optó por expropiar una parte de la iglesia y darle un corte para la alineación de la calle de Jesús, con lo que adoptó la forma que tiene en la actualidad. También afectó la reforma a la casa que da a la calle del Peso, y desapareció la del otro lado, llamada del capellán.
El 9 de marzo de 1885, el ayuntamiento concedió la licencia al arquitecto Ruiz Sierra para ejecutar las obras en la iglesia, que consistían principalmente en levantar una nueva fachada y añadir un piso de altura a la casa de la calle del Peso. La cofradía recibió como compensación 18.500 pesetas, pero este dinero no bastó para sufragar los gastos de la obra, y la falta de presupuesto tuvo que ser obviada por el arquitecto D. N. Aguilar, quien adelantó los fondos necesarios a cambio de que el sacerdote celebrase cinco misas al mes por su intención.
- Últimas intervenciones
En el año 1955 se reformó la subida al camarín a cargo de Germán Miranda del Hoyo, lo que conllevó una reestructuración casi completa de éste, pasando a accederse por debajo del retablo del altar mayor. Esto supuso la reducción de tamaño del camarín, pasando la parte eliminada a formar parte del edificio colindante.
La última intervención fue realizada en el año 2004, y consistió en la reforma completa de la casa de Hermandad, la que se sitúa sobre la sacristía, que también fue restaurada. La obra consistió en la adaptación de la casa, que contiene los despachos y salas de cabildos, a las necesidades actuales, así como la sustitución de estructura en mal estado, escalera, suelos, etc. En la iglesia también se hizo una pequeña intervención en el presbiterio con el fin de cambiar los conductos de calefacción, además de la construcción de un columbario bajo el camarín, justo tras el retablo, para el enterramiento de cofrades y devotos de Jesús Nazareno.
Como vemos, nuestra penitencial sigue estando en continua transformación, y cuando un edificio que contiene los sentimientos de tantos hermanos va cambiando de forma progresiva, es señal inequívoca de que está vivo. Por eso podemos estar satisfechos, porque nuestra casa, nuestra sede, sigue albergando las mismas ganas de crecer que cuando nació, allá a mediados del siglo XVII.
Alberto Muñoz González
Boletín informativo de la cofradía. Año 2008